miércoles, 21 de abril de 2010

Democracia, Estado e Internet

Vivir hoy en día, imagino, supondrá la misma emoción que la de vivir a principios del siglo XIX en la Inglaterra en la que comenzaba la revolución industrial. Un tiempo de cambios y de oportunidades en la que la invención de la máquina a vapor transformó todo lo posterior.

De alguna manera pasa lo mismo con lo que ahora se llama la sociedad de la información; las tecnologías de la información cambian y avanzan cada día y con ello la forma de relacionarnos, las oportunidades, nuestras potencialidades y, en definitiva, nuestra vida.

Es notable el cambio, porque de ser algo marginal reservado a hackers e informáticos, pasó a ser popular hasta formar parte de nuestras vidas, al igual que lo forman la televisión, la radio o los periódicos. En términos de comunicación, lo realmente novedoso es que, a diferencia de los anteriores medios de comunicación en la que la información fluía en un sólo sentido (medio-receptor), la red permite por primera vez una conversación en la que comunicador y receptor se confunden. Puede sonar intrascendente, pero las consecuencias son apasionantes y apenas estamos en los albores de lo que puede suponer este cambio.

Si las democracias griegas articulaban su debate político alrededor del foro de la asamblea ciudadana en el centro de la ciudad, la evolución de estas apuntan a que el futuro tiende a que esa deliberación política tendrá lugar en la red.

No parece casualidad que los gobiernos menos democráticos del mundo sean los que más barreras pongan al uso y difusión de internet como medio de comunicación, los nuevos muros de Berlín ya nunca más serán físicos; ahora, las nuevas murallas que debe derribar la democracia se llaman firewalls y están enladrilladas de ceros y unos.

Gobiernos como China, Irán o Cuba ponen cada vez más dificultades a que sus ciudadanos accedan a información no controlada por ellos o a los foros ciudadanos que se articulan en internet. Pero el mundo occidental, democrático y desarrollado, en teoría, tampoco está libre del control que los gobiernos quieren ejercer sobre este nuevo medio. Quizá de una forma más sutil y a través de legislaciones que regulan las propiedad intelectual, gobiernos europeos como el español o el francés comienzan a atribuirse el privilegio de conectar y desconectar a ciudadanos o ser el filtro de los contenidos que ellos consideren amenazadores para su estabilidad.

Visto así, el pulso estado/ciudadano por una democracia mejor y mas justa está planteado, el escenario será internet y los brazos conectores serán las computadoras. Los activistas, los defensores de la democracia ahora son ciberactivistas, las pancartas y manifestaciones son banners en los blogs y los tradiciones debates políticos de bares, cafés y pascanas se trasladan a los blogs , foros o gestores de redes sociales.

Ahora el ciudadano se encuentra al comienzo de una nueva era en la que, como al principio de la revolución industrial, se plantea un nuevo orden mundial en la que los instrumentos para fortalecer la democracia ciudadana están por primera vez en sus manos. Ya no es tiempo de ser un mero espectador de la televisión o lector de un periódico, es tiempo de tomar parte y aprovechar las herramientas para construir una democracia más fuerte.

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